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Los niños son el tesoro más preciado de cualquier comunidad. La juventud puede mover el mundo. Y entre la infancia y la juventud hay unos pocos años vitales para cualquier persona. El grupo de edad de los prejóvenes es la principal reserva espiritual e intelectual del planeta. Durante esos años, los individuos cambian, no sólo físicamente, sino interiormente. Se abren al mundo en su camino hacia la responsabilidad. Ya no son niños. Todavía no son jóvenes.

Desde FUNDAR apoyamos los programas internacionales que buscan liberar el inmenso potencial espiritual e intelectual de los prejóvenes.

Decimos que la juventud puede mover el mundo. Y realmente lo creemos. Por eso, desde FUNDAR procuramos trabajar siempre con jóvenes, pues les consideramos líderes comunitarios capaces de transformar la sociedad. Ellos tienen la llave del cambio.