En la tradición Bantú, y particularmente en la cultura Fang, la Casa de la Palabra es el lugar de encuentro del poblado, de la comunidad. Suele ser una construcción sencilla, cubierta, pero abierta por todos sus lados, ubicada en un punto central del poblado.

Pero la Casa de la Palabra, o casa comunal, en fang ABAÁ, es más que una construcción. El Abaá es un espacio de participación comunitaria, de resolución de conflictos, donde se comparten inquietudes y alimento tras la fatiga de la jornada diaria. Los mayores, antiguamente sólo los hombres, son respetados especialmente, y sus opiniones son consideradas seriamente antes de cualquier decisión.
Actualmente, sin embargo, las mujeres y, en general, todos los miembros de la comunidad, tienen un espacio donde ser escuchados y donde escuchar. Son espacios donde resuenan las risas y la música, porque el arte florece en el contexto de una comunidad unida y vibrante. Por ahí pasa cualquier viajero que sale o que llega al poblado, entretejiendo un ecosistema local de apoyo mutuo y de protección.
En la región continental de Guinea Ecuatorial, los Fang son población mayoritaria, especialmente en lugares del interior, como Ebibeyin, la capital de la provincia de Kie-Ntem, que debe su nombre a los dos ríos que sirven de frontera aproximada con Gabón y Camerún, respectivamente. Los Consejos de Poblado son los órganos tradicionales y formales de gobierno en estas pequeñas entidades de población comunitaria. Cuando uno está presente en una reunión en el Abaá siente realmente la participación y la conexión de los individuos con su comunidad y con sus instituciones.
Vivimos en una aldea global con desafíos y oportunidades globales. Citando a un gran visionario del siglo XIX, nuestra visión debe abarcar el mundo, en lugar de limitarse a nuestro propio ser. Pero es en lo local donde se puede apreciar la verdadera dimensión de la participación, y las Casas de la Palabra y sus Consejos de Poblado son ejemplos vivos de ello a los que otras culturas y sociedades del planeta deberían volverse para aprender.
Aprenderían unidad, respeto, cortesía, generosidad, hospitalidad, servicio al bien común, participación colectiva, por citar algunos de los valores esenciales que caracterizan a esta institución comunitaria tradicional. Aprenderían a escuchar atentamente mientras una persona toma la palabra. ¡Qué necesitados estamos de estos valores! ¡Cuánto se beneficiaría la democracia, tal cual la entendemos y la vivimos en gran parte del mundo, si nos acercásemos con actitud humilde de aprendizaje a las Casas de la Palabra! Porque cada pueblo del mundo tiene una contribución única y valiosa que ofrecer en la construcción de una nueva sociedad planetaria.
Este mes de noviembre, miembros de FUNDAR participamos en dos festivales comunitarios en sendos vecindarios, o poblados, de Ebibeyin: Abang-Eseng y Esong-Osi. En estas celebraciones, los niños eran protagonistas, compartiendo con los mayores sus aprendizajes en las clases de educación en valores promovidas por voluntarios locales. Los Presidentes de Consejo de Poblado fueron los primeros en abrir las puertas de sus casas, y la puerta simbólica de las casas comunales, o Casas de la Palabra, resonando las voces melodiosas de los niños con sus cantos de esperanza para un futuro común mejor.







